Todos conocemos a Mozart como uno de los mejores compositores clásicos que han existido a lo largo de la historia y sobre todo como el niño prodigio que antes de los cinco años ya componía música con la misma facilidad con la que actualmente los niños utilizan la playstation.
Muchos estudios científicos, investigaciones y terapias parecen demostrar que la música de Mozart llega a zonas corporales, emocionales y espirituales que ninguna otra música parece llegar.
Peter Gumbel, en un artículo titulado “El Poder de Mozart”, ofrece un amplio abanico de la utilización de Mozart en el campo terapéutico.
Así comenta el caso de una artista cuya creatividad estaba bloqueada, se sentía desconectada de si misma y era incapaz de utilizar los colores verde y azul en sus pinturas abstractas. Tras realizar sesiones de escucha con música de Mozart, declaraba que, «Me encuentro mejor conmigo misma, con los demás, con todo. Siento que he hecho 10 años de psicoanálisis en sólo 8 meses.» Además, había comenzado a utilizar el azul y el verde en sus pinturas.
También comenta el caso de un neurocirujano de Chicago que hace años realizó unos estudios que mostraban que algunas composiciones de Mozart pueden reducir la intensidad y frecuencia de crisis epilépticas en algunos pacientes.
En California, investigadores demostraron que algunas personas con Alzheimer tras escuchar la música de Mozart durante 10 minutos mejoraban su rendimiento en pruebas y ejercicios mentales.
En 1993, la revista Nature publicaba un artículo sobre un estudio que se había hecho con estudiantes de secundaria que tras escuchar el primer movimiento de la Sonata en D Mayor para dos Pianos de Mozart lograban mejores resultados en un test de razonamiento espacial.
Uno de los autores de este estudio, profesor adjunto en la Universidad de Wisconsin y violonchelista, decidió hacer un test similar con ratas de laboratorio. El resultado fue que las ratas que habían sido expuestas a esta misma sonata en útero y durante sus dos primeros meses de vida, al dejarlas libres en un laberinto fueron más rápidas en recorrerlo y encontrar la salida que los otros grupos de ratas que habían escuchado otro tipo de música.
El fenómeno Mozart se puso más de moda cuando un músico de Estados Unidos, Don Campbell, publicó su libro “El Efecto Mozart”. Campbell dice que,
“En un instante la música puede elevar tu espíritu… Aclara nuestras mentes y se sabe que nos hace más listos…. no entendemos el porqué la música tiene esa poderosa influencia sobre el cerebro.”
Se ha probado científicamente en numerosos estudios que cuando escuchamos música se activan diferentes áreas cerebrales, y hay coincidencias entre las áreas del cerebro mayormente responsables de la música y aquellas que utilizamos en el razonamiento espacial.
Todos sabemos el poder que tiene la música en nuestro estado de ánimo, unos simples acordes de una canción nos puede relajar, animar, entristecernos, etc. ¿Pero qué tiene de especial la música de Mozart que parece ir más allá de relajarnos o cambiarnos el estado de ánimo?
John Hughes, neurólogo en el Centro Médico de la Universidad de Illinois, es especialista en epilepsia. Investigó el efecto de diferentes tipos de música clásica sobre pacientes suyos que estaban en coma, y concluyó que era la música de Mozart la que casi siempre reducía la frecuencia de sus crisis epilépticas. El cree que la clave está en la forma en que se repiten las melodías. Las secuencias musicales de Mozart tienden a repetirse regularmente cada 20-30 segundos, que más o menos es la misma duración que las secuencias de las ondas cerebrales y otras funciones del sistema nervioso central.
Quizás sea por esta razón por lo que la música de Mozart ayuda a centrar a la persona, encontrar su centro sin perderse en lo externo, en todo lo exterior que no le aporta nada, le desequilibra y le puede llevar a la enfermedad.
El Profesor Alfred Tomatis explica extensamente en su libro ¿Por qué Mozart? las razones que le llevaron a utilizar la música de este compositor en su terapia de escucha, la Audio-psico-fonología:
“…La pedagogía de la escucha así establecida utiliza un material sonoro que contiene ya sea la voz de la madre, ya sea música. Y esa música es siempre Mozart.
Naturalmente experimenté todo lo que acústicamente puede ser grabado: ruidos, mensajes musicales clásicos o modernos, tradicionales o contemporáneos.
Igualmente intenté integrar músicas procedentes de otros continentes, especialmente de Oriente, de la India, de Africa. Los resultados referentes a los efectos de la música sobre el cuerpo y el psiquismo no llegaron jamás, en el plano de la dinamización, a lo que nos aporta Mozart….
Así pues, Mozart permanece siendo casi el único en liza, a lo largo de todo el proceso emprendido en el marco del tratamiento de las deficiencias de la escucha, del lenguaje oral o el escrito, de la voz cantada o hablada. Su música en mi opinión forma parte de los universales. Funciona con todas las personas y en todos los lugares. Ya sea en Francia, América, Alemania, con los bantús, en Alaska o en la Amazonia; es Mozart quien irrefutablemente obtiene la nota más alta en materia de reacciones positivas. Nuestra preocupación en el plano de la pedagogía y de la terapia, es ir a lo más rápido, a lo más eficaz….
Para vivir, para vibrar, Mozart estaba especialmente dotado. Listo para arrastrar a los demás, los hombres tomados en su humanidad, supo conducirles hasta donde precisamente no existe más que lo bello, lo trascendente, la alegría de vivir. No podemos evidentemente negar el valor de otros músicos, y de los más grandes…..
Hay un efecto, una acción que no tienen los demás. Excepción entre las excepciones, contiene un poder liberador, curativo, casi diría `sanador´ … Con él, uno se convierte en lo que uno es. Con los demás, uno hace como si o uno transmuta a través de su música, se disfraza de Mendelssohn, de Berlioz, o de algún otro….
En toda su producción, desde las primeras obras hasta las de edad adulta, permaneció siendo el más fresco, el más sereno, el más joven de los compositores. Y quizás sea la esencial facultad de juventud a la que debamos la calidad específica que caracteriza su expresión musical. Prodigio sin precedentes, desde su vida prenatal, a través de un embarazo materno feliz, impregnado de música, codificó su sistema nervioso en los ritmos fisiológicos, verdaderos, universales, cósmicos me atrevería a decir….
Esa impronta inicial hizo de Mozart lo que es, un ser fuera de lo común en todas las dimensiones tratándose de música. Se servirá de ese lenguaje para expresarse, o mejor, para expresar lo que recibe de alguna parte, lo que siente en lo más profundo de su ser. ¿No es ahí donde encontramos lo que la música contiene de esencial, suscitando a la vez la emoción y la memoria, gracias a la acción sutil de un tiempo medido en cadencia, cortado en un mosaico tonal tan fluido como el pensamiento mismo?
Es ese incomparable lenguaje musical el que nosotros utilizamos en nuestras técnicas bajo formas diversas, recordando ya sea la escucha fetal, ya sea el momento del nacimiento, ya sea el periodo pre-lingüístico. En el transcurso de ese proceso, utilizamos también otros materiales musicales, en particular el gregoriano, junto con cancioncillas para niños y cantos folklóricos para los adolescentes y los adultos.
Cuando la música mozartiana ha establecido el estado de alerta, la creatividad, la carga cortical, la motivación; introducimos con el gregoriano unos ritmos más tranquilizantes pero no por ello menos tonificantes….
Así que no es solamente por ser admirador de Mozart, sino también como neurofisiólogo especializado en los procesos de la escucha, por lo que abordo esta obra.”
(Traducido por Eulalia Amat)
Como dicen, algo tendrá el agua cuando la bendicen. De lo que realmente no hay duda es que la música de Mozart es hermosísima, y todo lo realmente hermoso alimenta el corazón y el alma y nos conduce a la sanación.
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