Oír es la percepción pasiva de los sonidos, mientras que escuchar es un acto voluntario que implica al ser humano en su totalidad, a nivel corporal, emocional, mental y espiritual. La escucha es selectiva, implica un deseo por parte del escuchante.
Me ha gustado mucho la forma de las dos orejas juntas en forma de corazón, y que la palabra «heart», corazón en inglés, contenga la palabra «ear», oído en inglés, dentro de ella. Hermosa simbología: dentro de nuestro corazón tenemos un oído.
¿Qué escucha tu corazón?, ¿A qué le prestas tu atención, tu escucha?
En la tradición oriental se dice que la palabra sale del corazón. Y lo interesante es que el hablante es el primero que oiría/escucharía sus palabras, recibiría los efectos de sus palabras.
Nuestra voz es como nuestra huella dactilar, nos identifica, y al igual que se dice con el rostro, que lleva tu historia, la voz también refleja nuestra historia personal, cómo nos sentimos con nosotros mismos.
Se dice que la palabra puede sanar o matar – «con sólo una palabra tuya bastará para sanarme».
Interesante observar si nuestra palabra sana a quien la escucha, comenzando por uno mismo, o hiere.