Este verano comencé a leer algunos de los libros que llevan años esperando en la estantería.
Cuando comencé por el primero me encontré que la letra era muy pequeña.
Tan pequeña que tuve que utilizar unas gafas lupa que tenía mi padre para poder leerlo.
Voy al siguiente libro y la letra sigue siendo muy pequeña.
¿Se publican ahora los libros con la letra más grande?
Me pongo a comparar y me encuentro de todo, con los libros actuales y los libros pasados, pero en general más pequeña en los libros pasados, además del papel más amarillento.
¿Tú te has encontrado con lo mismo?
La cuestión era que mi vista no llegaba a leer esas letras.
¿Me podría ayudar el color a leer estos libros sin lupa?
Decidí aplicarme mis queridos colores cada día y ver si me funcionaban, o ya era necesaria la visita al oculista.
No presté mucha atención a las «maldiciones» de la edad: «eso es presbicia, eso es normal con la edad».
Pues bien, comencé por el camino más simple para la vista con los colores.
Tonifiqué la sensibilidad de mis ojos con el color naranja alrededor de las articulaciones de los ojos: las articulaciones medias de los dedos índice.
Al cabo de pocos días me di cuenta que ya no necesitaba la lupa para disfrutar de la lectura.
Cada día me maravilla más cómo algo tan simple como un color puede activar, equilibrar funciones de nuestro cuerpo.
La terapia del color no es magia.
En este caso es una forma natural de activar una determinada energía a nivel biológico.
Y si te preguntas cómo puedes usar tú también los colores para mejorar tu bienestar, te invito a descubrirlo en mi libro, “Bienestar y Salud a través de las Manos: Terapia de Colores y Números”.
Puedes conseguirlo AQUÍ.
A veces, un pequeño trazo de color trae una nueva mirada.










No comments yet.