Normalmente esperamos que la situación cambie desde fuera, que los demás cambien; sin embargo ya está suficientemente demostrado que si queremos algo diferente en nuestra vida, el primero en cambiar tiene que ser uno mismo: cambia tú y cambia tu realidad.
Aunque sintamos que esto es cierto: yo soy la responsable de mi realidad, es más fácil decirlo que hacerlo; es necesario total convicción y dedicación, la disciplina de una práctica diaria.
Una atención clara y una emoción elevada cambian el destino. Pero requiere disciplina. El simple pensamiento positivo no funciona, porque la negatividad está instalada en el subconsciente. Los cambios verdaderos consisten en ser consciente de tus reacciones inconscientes.
En las últimas semanas, por diferentes caminos, he vuelto a oir sobre las enseñanzas y meditaciones del Dr. Joe Dispenza, neurocientífico, así que he decidido que ya es el momento de aplicar lo aprendido, porque conocimiento nos sobra ya a casi todos, nos falta la práctica hasta integrarlo.
Si sostiene los mismos pensamientos, si lleva a cabo las mismas acciones y vive con los mismos sentimientos y emociones, su cerebro y su cuerpo seguirán igual; pero cada vez que aprende algo establece nuevas conexiones que cambian físicamente su cerebro… Aun así, aprender no es suficiente. Has de aplicar lo que aprendes, y cuando empiezas a experimentar las emociones de esa experiencia, entonces literalmente das nuevas señales a tus neuronas y creas nuevas sinapsis: a eso se le llama evolución.