Yo tenía un niño de poco más de un año y estaba embarazada de cuatro meses de una niña en octubre 2007 cuando Mª Antonia me habló sobre el método Tomatis y me sugirió que asistieramos el niño y yo hasta el final de el embarazo.
Ayudaría al niño que dormía poco y sólo quería estar conmigo, y a mi a llevar mejor mi embarazo, y luego el parto.
Según el embarazo avanzaba debía de conseguir que el niño durmiese solo y que sus descansos fuesen más largos, ya que dormía poco, y en ese «poco» tiempo recuperaba mucha energía, eso por un lado; y por otro, también yo deseaba cambiarle el biberón por la jarrita o el vaso, antes de que naciera la niña.
En definitiva, los cambios de los que he hablado anteriormente no fueron, ni mucho menos, complicados de realizar ni de aceptar por el niño.
Fue interesante para mi notar cómo reaccionaba mi hija ante las diferentes músicas.
Eso me demostró que el feto claro que oye, mi hija se movía según la música que yo estaba escuchando y tenía sus preferidas. La música de Mozart parecía ponerla alegre, se movía bastante, notaba como si estuviera bailando en mi barriga.
El canto gregoriano la relajaba mucho, parecía que desaparecía y yo notaba una gran sensación de relajación.
Y en el segundo bloque de sesiones unas semanas antes del parto había un tipo de música de Mozart que me llamó la atención porque cada vez que la «oía» parecía ya querer encajarse, yo notaba una gran presión en la parte baja del abdomen, y se movía muchísimo.
Ni punto de comparación con mi primer parto, para el cual SÍ solicité epidural y SÍ tardé casi seis horas en tener al bebé, además de sufrir una episiotomía con sus consecuencias.
Ya sé que el segundo parto (supuestamente) es menos complicado que el primero pero, sinceramente, creo que TOMATIS jugó un papel importante tanto en el proceso de embarazo como en el comportamiento del niño con respecto a su hermana y los cambios que tuvo que aceptar.
Maribel Martínez (38 años) – Molina de Segura (Murcia)
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